El psicoanálisis es una de las ramas de la psicología fundada por Sigmund Freud, a principios del siglo XX, si bien su teoría y práctica han ido evolucionando hasta nuestros días. Está al alcance de todo aquel que quiera mejorar su relación consigo mismo y los demás; independientemente de la edad, la “gravedad del problema”, o el nivel socio-cultural.
¿Para quién “sirve” el psicoanálisis? Para quien quiera conocer causa de su malestar anímico y buscar un camino de solución. Hacerse la pregunta por el padecer es la única condición para comenzar.
Contrariamente a lo que a veces suele creerse, o a los objetivos de otras terapias, el objetivo de un tratamiento no es la adaptación, sino resolver el sufrimiento y poder ubicarse desde otro lugar, más sano y pleno, para vivir los vínculos, las situaciones y los proyectos desde el propio deseo y no desde el padecer.
En nuestro país, muchos términos del psicoanálisis están incorporados al hablar cotidiano: inconsciente, trauma, represión… los usamos para interpretar la conducta de otros o buscando explicarnos. Aunque a veces lo que creemos que significan… puede que no sea lo que parece. O que existan otras maneras de ver. Por ejemplo, se suele pensar que el inconsciente es algo que está “dentro nuestro”, “debajo” de la conciencia, como si la conciencia fuera la punta del iceberg y la mayor parte del mismo estuviera debajo de la superficie. ¿Pero qué pasa si nos animamos a pensar de otra manera, por ejemplo: ¿que el inconsciente no está ni dentro ni fuera de nosotros, sino ambas cosas a la vez? Parece raro, ¿verdad? Es una idea que surge a partir de considerar al inconsciente como un lenguaje. ¿Y de quién es el lenguaje? ¿Y dónde está? ¿Pues entonces quién lo tiene?
Comenzar a ver las cosas de esta manera, puede ayudarnos a pensar por qué hacemos y decimos tantas veces a pesar de nuestra propia voluntad. O por qué no podemos dejar ir ese sentimiento. O por qué repetimos el mismo tipo de relación, la misma elección que nos han afectado. Los mandatos familiares, las relaciones laborales, las angustias y temores pueden estar relacionados con eso de lo que participamos desde antes de nacer.